lunes, 1 de noviembre de 2010

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En el apuro por sentir, se olvidó cómo. Y corrió, y cantó, y jugó pero no sintió nada. Ni el viento en su cara, ni esa loca sensación de felicidad que existe en recostar su cabeza en su hombro. Se le olvidaron los demás y quiso anular su corazón para poder divertirse. Quiso sentirse mas que todo, y no sintió nada.

Y se fue, y se olvidó. No sintió.

Triste, tan triste.

1 comentario:

  1. para no sentir el viento en la cara, se ha de tener bien muerto el corazón.

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